Sistema de Ediciones Territoriales
Publicar un libro, para aquellos que lidian en el ruedo de cuartillas y textos, es una experiencia inefable. Alcanzar que se haga tangible el fruto de años de trabajo investigativo, o de la inspiración literaria y la imaginación, resulta ser un instante único. Pocas alegrías superan al momento de ver ya terminado esa suerte de hijo de papel, o ahora, hecho de cíber algoritmos, donde quedan atrapados sentires, historias y saberes.
Luego de años potenciando en nuestro país un sólido sistema educativo y un no menos compacto quehacer en pro de la cultura en todos los niveles, en algún momento resultó difícil publicar, especialmente en las provincias. Los resultados de décadas de labor se volcaban no sólo en un elevado número de especialistas y universitarios en disímiles ramas (cuya producción ensayística a veces también debía esperar mucho tiempo para ver la luz), sino también en más escritores. El ya mencionado ensayo, la poesía, el cuento y la novela, tenían entonces un alto porcentaje de creadores a quienes se les hacía complicado acceder a las publicaciones.
A partir de una idea de la más alta dirección del país, apareció entonces el Sistema de Ediciones Territoriales (SET). Han pasado 25 años de su creación; hay una veintena de editoriales de este tipo en toda la Isla; con el resultado de un muy elevado número de títulos y ejemplares editados en ese tiempo. Así es que el SET constituye una huella poderosa y una muestra palpable de los resultados de la voluntad política en apoyar la cultura.
Son los Centros Provinciales del Libro y la Asociación Hermanos Saíz las entidades que conducen estas editoriales. La primera de estas instituciones, resulta el camino más expedito para que muchos autores de provincia, quizás con menos pedigrí literario, pero con obras de calidad probada, no demoren años esperando una oportunidad en una editorial nacional. La segunda, guía y ofrece las sendas para que el talento más joven encauce sus rumbos y deje su impronta en inicios, sedimentos y hasta alturas.
Sin embargo, la constancia y los logros de muchas de estas editoriales poco a poco elevaron sus prestigios después de años de trabajo sostenido. A golpe de calidad y de buenos libros, muchas de estas casas editoras borraron ese sambenito, de raíz habanocentrista, de ser sólo “editoriales provinciales”, tal suerte de hijitas huérfanas a las que se mira con cierto aire perdonavidas. No son pocas las provincias donde sus editoriales territoriales publican hoy a autores de bien nutrido currículo, con reconocimiento nacional e internacional, y que no son parte del círculo natural de sus propios residentes. No es necesario mencionarlas. Recorra usted los pabellones de la Feria Internacional del Libro de la Habana, o las librerías donde se ubican sus publicaciones y hallará no pocos buenos títulos, de consagrados y noveles. Los lectores de raza saben ya reconocerlas.




A este panorama, que por sí mismo es ya un estímulo a nuevos autores e intentos, se suma otra ventaja: cada una de esas casas generó en su momento la necesidad de más editores, diseñadores, ilustradores y, ahora, especialistas en computación para los libros en formato digital. Al escritor se sumaba un creador gráfico, quizá un pintor local, muchos más artistas además del solitario hacedor de cuartillas.
Más cerca en el tiempo, la actual incursión por los audiolibros abre nuevas puertas a nuevos creadores de otras ramas del arte y de la técnica. Eso, sin mencionar que muchas de esas editoriales poseen certámenes literarios de prestigio y rigor. Estos concursos también son un estímulo a la escritura y el pensamiento y un excelente filtro natural para descubrir nuevos talentos o reafirmar los existentes. En dos palabras, detrás de cada libro editado hay un compendio de labores e ideas que llegan, en esas páginas, a buen término. Además, el obvio intercambio entre escritores, el saber al otro, el poder leerlo porque sus libros existen, es otro resultado nada desdeñable.
De modo que la venidera Feria Internacional del Libro de La Habana, en su edición del 2025, es otra oportunidad para seguir recorriendo ese país en libros que es el Sistema de Ediciones Territoriales. Desde sus páginas se sigue haciendo cultura.