Más risas que lágrimas, como él habría querido, junto a recuerdos, nostalgias y numerosas anécdotas, caracterizaron la tarde de sábado en la ciudad de Bayamo, donde escritores, poetas, admiradores, amigos e invitados al capítulo provincial de la 33 Feria del Libro en Granma, rindieron homenaje al destacado intelectual cubano Francisco López Sacha (1950-2025).
Su inconfundible voz de orador excelente y sagaz volvió a escucharse en el patio de la casa natal del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes, gracias a fragmentos de una entrevista en la cual quedaron grabados para la posteridad sus criterios y experiencias sobre el trabajo de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en el difícil período de los años 90, cuando la organización se condujo según las palabras del líder de la Revolución Fidel Castro, quien afirmó «… la cultura es lo primero que hay que salvar».
Acompañados por la Doctora en Ciencias Sandra López, hermana del relevante literato y profesor, y también entre versos y fragmentos de algunos de sus cuentos y novelas, colegas y discípulos le dedicaron sentidas palabras de recordación, cariño y profundo agradecimiento.
Si bien alguna que otra vez un panelista se autocorregía, el tiempo verbal predominante fue el presente, porque «él está vivo entre nosotros», dijo el poeta y narrador Luis Carlos Suárez Reyes, quien resaltó la jocosidad y el amor tremendo de Sacha por la música.
«Él resultó un guía y ayudó a muchas personas, como a mí; mientras aportó toda una renovación a la literatura cubana, a través del diálogo de lo testimonial con la ficción, lo cual supo hacer con una extraordinaria eficacia.
Subrayó que el autor de Descubrimiento del azul amó entrañablemente a su natal ciudad de Manzanillo, y fue también un gran humanista, con un espectro cultural sumamente amplio.
«Dueño de un estilo narrativo único, Francisco López Sacha figura entre esos cubanos que supieron llevar en su palabra y acción la isla toda», afirmó Ángel Larramendi Mesías, director de Ediciones Orto, de la Perla del Guacanayabo.
La poetisa Lucía Muñoz Maceo —La novia de Bayamo—, evocó anécdotas, retos y logros de los tiempos en que trabajaron juntos en la Uneac, él desde La Habana, y ella como presidenta de la organización en Granma.
Conmovida por la mezcla de sentimientos que colmó la tarde, pero justo en medio de la risa generalizada a propósito de un jocoso recuerdo, exclamó: «Así me gusta recordarlo, con alegría, porque él era una persona alegre».
Desde la mirada de una generación más joven, el narrador e investigador Erwin Caro Infante, quien conoció a Sacha a partir del programa del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, resaltó su ensayística y labor como profesor, unido a las cualidades de gran orador y estudioso de la cultura.
«Todo ello quedará para siempre como una fuente de la cual nutrirse en la diaria labor con las nuevas generaciones en los talleres literarios», recalcó.
Por su parte, Juventina Soler Palomino se reconoció como integrante de una generación de poetas manzanilleros que mucho tiene que agradecerle al autor de El cumpleaños del fuego y Voy a escribir la eternidad.
«Sacha fue un gran hombre y amigo, una persona que veía en la vida a la literatura, y cuya capacidad para hilvanar historias e ir de un contenido a otro, era magistral, agregó.
Como colofón del espacio de homenaje, Edgardo Rodríguez Fonseca, director de la revista cultural La Campana, presentó la edición 99 de dicha publicación, especialmente dedicada a quien sobresalió en vida y quedará para siempre entre los nombres más relevantes de la literatura cubana contemporánea.
Una tarde para Sacha: risas, anécdotas, lágrimas y compromiso
22 marzo, 2025
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Elizabeth Reyes Tases (ACN)
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