Mirna Figueredo, escribir para la niña que fue
25 junio, 2025 por
Raquel Sierra
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   Mirna Figueredo Silva es una filóloga y escritora santiaguera, integrante de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, que escribe para la infancia. Entre sus títulos publicados se encuentran Muchos elefantes, Historias de bien querer y del buen jugar, Cuentos de un sombrero donde cabe todo y nada, Acertijos de papel y Los pico y los no pico.

   El público que escogió para sus libros no es casual, parten de su propia iniciación en la literatura y sobre este y otros temas, la autora compartió algunas pistas durante la Feria Internacional del Libro de La Habana 2025.

—¿Qué la motivó a enfocarse en ese público tan especial?

—Como muchos, comencé escribiendo para adultos, sobre todo poesía y algo de cuento. Pero, de mucho antes, desde que era una niña y adolescente, descubrí que la literatura que existía no era la que llenaba mis expectativas como lectora. Tan es así, que me leí la «Colección Huracán» y buena parte de sus libros cuando tenía nueve, diez, once años, es decir, literatura para adultos, porque era la que más o menos sentía que me nutría. 

   Yo fui una niña muy madura también, y siempre tenía preguntas a las que yo no encontraba respuestas en ninguna literatura para niños que existía en aquel momento, sentía como que había una zona de la literatura infantil que no se estaba escribiendo o yo, al menos, no lo encontraba. Luego, fui descubriendo algunos clásicos y libros de otros contextos que sí se acercaban a eso, por ejemplo, Momo y otros, que descubrí ya siendo una adulta. 

   Me leí toda esa literatura y encontré una misión: escribir y escribir este tipo de literatura, que sea educativa, que ayude al crecimiento humano de los niños y las niñas, pero sobre todo, al crecimiento en espiritualidad, porque sentía que mucha literatura de la que se estaba haciendo, estaba bien era para el divertimento, para pasar bien el rato, para que el niño leyera, pero no era para que eso trascendiera en su vida, se quedara y diera frutos en crecimiento humano.

—¿Cómo decidió hacerlo?

—Todo lo que he escrito hasta ahora para niños y niñas, y todo lo que ha sido tan publicado tiene detrás una intención educativa. Sin embargo, jamás, ni el niño, ni un investigador, ni nadie que se acerque al libro, va a encontrar, explícito, el tufo, el olorcito, de la intención educativa.

   Son como pequeñas perlas de sabiduría que uno deja caer así, casi inocentemente, pero que sabemos que si cae en buen terreno va a tener frutos, y es lo que he estado haciendo a lo largo de lo que he escrito hasta ahora, y sé que de alguna manera estoy respondiendo a la niña que fui y que no encontró la literatura que necesitaba.

   Ahora mismo, las editoriales cubanas tienen muchas limitaciones para imprimir, y el libro impreso siempre va a ser mejor que el digital, pero tengo la esperanza de que eso se solucione de alguna manera y que los libros puedan llegar de una manera masiva a los niños y que haya también intermediarios entre los niños y los libros, o entre los adolescentes y los libros, que sean capaces de ayudarlos a descubrir dónde están esos títulos que realmente van a aportarles para su vida, para que sean seres más plenos, más completos. 

—¿Quiénes podrían ser esos intermediarios?

—Serían los maestros, bibliotecarios y los propios familiares. A veces no son los padres, sino un abuelo, un tío, o quién sabe, pero siempre hay algún intermediario, alguien que ama la lectura y que descubre un libro que puede ayudar a crecer y a vivir a algún niño, y sobre todo, a descubrir la magia y la belleza que hay en la vida y todas las potencialidades que llevamos dentro, en las que debemos confiar y a través de las que vamos a lograr una vida diferente.

—¿Es Mirna esa niña del cuento?

—De alguna manera, porque mis personajes niños son bastante cuestionadores y como que ponen en tela de juicio cosas que ellos ven que los adultos no son capaces de comprender o explicar adecuadamente porque hay perjuicios. Los niños tienen esa manera maravillosa de decir las cosas de una forma muy natural y espontánea, así, sin tapujos, y que generalmente son grandes verdades y no siempre estamos dispuestos a escucharlos. Si nos pusiéramos a escuchar más a los niños, y a observarlos más, aprenderíamos mucho.

—¿Otras formas de acercar la literatura a los niños?

—Soy la coordinadora de un proyecto sociocultural en Santiago de Cuba, que pertenece a la UNEAC y también a otras instituciones, para promover la literatura mediante el arte del origami, Universo de papel, que en 2025 cumple 20 años de fundado. 

   Hemos promovido mucha literatura, pero no solo es hacer origami a partir de los personajes y los temas de los libros, sino también tratar de que los niños descubran el creador que hay en ellos. No solo es el origami, escribir y los métodos de estimular la creación, sino también hacer que ese proceso de acercamiento al libro sea lúdico, agradable, divertido, como un juego, pero que se descubra ahí la fuente de lo que realmente es esencial en la vida en el libro.

   Para que los niños no se aburran con la lectura, hemos musicalizado muchísimos poemas, pues soy también cantante profesional, y también se los narramos, para lo que el proyecto siempre ha tenido una trovador o una narradora oral.

   Actualmente, debido a la diáspora, estoy asumiendo todo eso, pero el proyecto sigue vivo, aunque tal vez sea su último año, porque quiero centrarme más en creación literaria, pues pienso que puedo aportar más desde los libros, y llegar a esos niños desde mi zona de confort y la complicidad de mi casa.

—¿A cuántos niños ha ayudado Mirna a crecer desde los libros?

—He tenido experiencias lindísimas…han salido escritores, pero además, algunos de esos niños, ya adultos, que tienen hijos, que han hecho una carrera universitaria, me han parado en la calle, me han dicho «profe» y me han caído besos. Cuando les pregunto «quién eres», me responden: «usted no se acuerda de mí, pero usted fue mi profesora cuando yo estaba en tercer y cuarto grado, y desde entonces usted me entusiasmó para escribir, y a mí nunca se me olvidó», y me han dicho textualmente frases que yo les dije a esa edad y me han hecho llorar, porque me han confesado que esas frases les han ayudado a ellos en momentos importantes de su vida, cuando han tenido que tomar las decisiones difíciles, en esos momentos en que el piso se les hundía y necesitaban un asidero.

   Para mí es muy estimulante; cada vez que un niño me dice algo así o un adulto que fue un niño en mis manos y ahora ha hecho su vida, siento que valió la pena. 

—¿Está preparando otros libros?

—Sí, tengo dos en proceso: una novela que se llama —tentativamente—, El país o la ciudad de los más más, que tiene que ver con la urgencia de dejar la dualidad. El mundo moderno refuerza mucho la cuestión de la separación, es decir, yo soy un individuo y tengo que pensar en lo que soy, en competir y tratar de obtener reconocimiento, riquezas, aunque para lograrlas tenga que pasar por encima de otros. Este es un mundo muy materialista, y las personas valen más por lo que tienen, que por lo que son realmente.

   Esta novela es para mostrar de alguna manera, que lo más importante es lo que está adentro, lo que usted lleva dentro, la belleza interior y que reconozca además que forma parte de todos, que todos somos uno, que todos los seres humanos somos un solo ser y que es mejor sumarse a cosas que sean para el bien de todos, y no para resolver tus problemas limitados y mezquinos.

   Es un gran objetivo educativo, pero nunca está presente de esa manera, ellos lo descubren en la lectura, como al azar, pero eso queda ahí dentro, el que se lee el libro, descubre eso.

   El otro es de poesía, pues también he escrito en ese género para niños, pero son acertijos. Cuando hacemos las peñas del proyecto Universo de Papel, siempre se introduce el tema y el personaje de la obra que se va a utilizar y promover a través de un acertijo, un tipo de poesía es ingeniosa, que hace pensar hasta descubrir la respuesta. Y se fueron sumando los acertijos, y lo suficientemente interesantes como literatura, entonces armamos un libro, Acertijos de papel, que salió por la Editorial Oriente y fue un éxito total: 5 mil ejemplares y no duraron ni tres meses. 

   Era un libro álbum. El acertijo estaba ilustrado con origami, así que la respuesta estaba en origami a color y después venían las fotos con la simbología de todos los pasos para que el lector pudiera confeccionar el origami que le daba respuesta al acertijo. Fue un libro que prendió de una manera increíble. Entonces, me propuse hacer una continuación, con nuevos acertijos. 

   Luego del primero, varias editoriales me han pedido ese tipo de colaboración. Pero da trabajo, porque los sellos contemporáneas no pueden producir un libro como aquel, que fueron más de 90 páginas apaisadas, grandes, a todo color,  ahora no se puede, entonces, a color estará, por ejemplo, el acertijo con el origami que da la respuesta y todo lo demás sería en escala de grises, por tanto, en vez de los pasos en foto, va a ser con los diagramas y tal vez un link que remita al lector a un lugar donde pueden descargar los videos, con tutoriales que yo misma haría, para que ellos puedan hacer estos origamis. 

—Literatura y origami…

—Empecé con el origami desde el Periodo Especial. Yo trabajaba como de instructora de literatura en una Casa de Cultura y había que mantener todas las actividades con nada, no había presupuesto, no había materiales, no había nada, y me cayó en las manos un libro de origami que mi esposo me buscó en español. Me dije qué es esto, solo papel doblado, si logro dominar esto, resuelvo mi problema con los niños. 

   Ahí vino la idea de ilustrar las obras literarias con figuras de origami y empecé, me apasioné con el origami y empecé a buscar nuevos libros. Venían extranjeros, me veían haciendo origami con los niños y me mandaban libros, papeles y materiales que aquí no había en ese momento. Así, de buenas a primeras, creció la idea y puede mantener todas estas actividades, apoyándome en el arte del origami, y todavía lo sigo haciendo.

   Hasta diciembre fui instructora de literatura –me estoy jubilando–, y resultados tuve muchos, porque llevo tiempo siendo la mejor del año a nivel municipal y provincial y nunca me faltaron niños que quisieran estar en mis actividades, niños que escribieran, que tuvieran resultados, jóvenes que tuvieran resultados ya como creadores, y para todo eso me ha servido el origami.

   Ya me puedo leer cualquier libro de origami en el en el idioma que sea, porque este tiene una simbología, que es un idioma universal, y cuando ya uno lo domina, puede leer cualquier libro, puede ser en ruso, en portugués o en chino, de todos modos, los utilizamos. 

   Estoy muy feliz de que el origami siga siendo un apoyo para promover la literatura, promover ideas y modos de vivir mucho más sanos y hermosos.

—¿Feliz con su creación?

—Feliz, siento que algo aporté con mi vida, que no fue solo para mí y mi familia, y siento que puedo seguir aportando, al menos desde la creación literaria.

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