La sonrisa de los niños es una de las maravillas del mundo, y la literatura tiene ese súper poder: el de crear aventuras para sonreír, para hacer que disfruten, que viajen y aprendan, que crezcan siendo felices.
Fue posible apreciar la ternura de los más pequeños, el brillo en sus ojos al ver los títulos que se pusieron a disposición del público en el Parque Leoncio Vidal, de Santa Clara, un escenario que se torna más hermoso cuando las ansias de sabiduría lo acompañan.
El celular encantado y Los noseniqué tienen la panza rayada fueron las propuestas recientes y, más que libros, son invitaciones a un mundo lleno de aventuras y colores.
Una niña incomprendida en su casa y víctima de bullying, se convierte en protagonista de El celular encantado, cuento de Olga Montes Barrios y ganador del Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara que auspician la Editorial Capiro, el Centro Provincial del Libro y la Literatura, la filial de escritores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la Asociación Hermanos Saíz y la Casa de Cultura Juan Marinello de Santa Clara.
«Las nuevas tecnologías han venido a ocupar un lugar protagónico en la cotidianidad de la mayoría de las personas, y algunos sufren sus efectos nocivos como depresión o enajenación al vivir una realidad distinta; los niños están expuestos a sufrir abusos psicológicos, se vuelven emocionalmente dependientes, y si no se controla puede ser lamentable», ha expresado la autora para referirse a esta obra tan hermosa como necesaria.
Sigrid Victoria sorprende con Los noseniqué tienen la panza rayada, la hermosa historia de Motita, que, al nacer era apenas una bolita de pelusa negra con enormes ojos de uva, y nada más se advertía en él, ni boca, ni patitas, ni cola, ni una panza rayada como la de todos los noseniqué.
Los infantes pudieron disfrutar de un emotivo momento de lectura que les regaló el escritor Luis Cabrera Delgado, con el propósito de conmover y fomentar el interés de los pequeños por la literatura.
Teatro Dripy también obsequió su arte con la obra Tu son entero, de la que disfrutaron todos los presentes.
Santa Clara se vistió de infancia esta mañana, para alegrar tantas vidas gracias al necesario hábito de la lectura.