El conversatorio sobre los Premios de la Crítica Literaria, acontecido durante la Feria Internacional del Libro de La Habana incluyó, en esta edición 32, a un nutrido panel de autores como Dazra Novak, Reinaldo Montero, Rubén Rodríguez, Leymen Pérez, Alberto Garrandes, Margarita Mateo y Víctor Fowler. Comentó Garrandés que la Sala Lezama Lima era el sitio ideal para la peculiaridad de las presentaciones: «un sitio gótico donde las paredes están llenas de espectros y de muertos».
«Hoy empieza la fiesta de los libros, es la fiesta que esperamos los que nos gusta leer», presentó Ruby Ruiz, editora de narrativa en Letras Cubanas y moderadora del espacio, donde también se abordó el tema de los libros digitales como alternativa para el universo editorial de la Isla. De los títulos presentados, comenta Ruiz que existen suficientes ejemplares para satisfacer las necesidades de la feria y se programa realizar una reedición por la demanda que han tenido en las librerías nacionales.
Durante el conversatorio, los escritores exploraron las interioridades de sus creaciones ante el público. Dazra Novak, con su novela Niñas en la casa vieja, comentó que un libro suele tener un largo camino. «El viaje del libro es bien curioso, uno realmente nunca termina un libro, lo abandona, porque es lo mejor que pudo hacer hasta ese momento». Cuando llega a los lectores entonces comienza a vivir su propia historia y se reescribe.
Margarita Mateo discurrió acerca de El viaje circular de Reinaldo Montero que trata tópicos de muy antiguo linaje en la cultura caribeña como la emigración y también la degradación de los valores humanos ante el reto de la supervivencia. En esta obra, Montero juega con las convenciones tradicionales del principio de verosimilitud y la recopilación documental. Su relato tan redondo como el título del libro muestra un contrapunteo de las imágenes pictóricas, los recuerdos y el cambio constante de perspectivas. La fuga recreada y condensada en la novela de Montero retrata el éxodo de los cubanos a lo largo del tiempo.
Rubén Rodríguez cuenta que «El año que nieve marca la clausura de un ciclo de dos décadas escribiendo, experimentando, robando, podándome en busca de un estilo más mío». Son historias pequeñas donde el llanto está contenido y los protagonistas asumen decisiones cruciales sin hacer ruido. Rubén sufre y vierte su dolor sobre las páginas que escribe.
La tristeza y lo insólito se presentan como el eje invisible que une las obras galardonadas. Garrandés describe a Ahmel Echeverría como un escritor que rechaza el pacto clásico del realismo y uno de los pocos novelistas que saben atraparse en la ficción sin desmantelar lo cotidiano. Su obra, Caballo con arzones, subraya el efecto de las quimeras y las reminiscencias en seres comunes. Constituye una novela ensayo, un relato que se piensa a sí mismo y es en definitiva una rara historia de amor. Asegura Garrandés que «un escritor se arriesga mucho cuando busca denotar lo impreciso de la vida». La narrativa de Ahmel―anota― se conduce como una instalación de palabras; un artefacto productor de sensaciones.
Víctor Fowler comentó que Caminos nuevos es una recopilación de ensayos que trata de cubrir un siglo, del XIX al presente, entre cuyos textos sobresalen algunos estrictamente de deconstrucción literaria y otros que son verdaderos temas de investigación histórica. «En mi manera de entender el ensayo hay dos preguntas esenciales―explica― cómo y por qué».
«Hay poemas que nunca hubiera querido escribir», confiesa el poeta Leymen Pérez. Subsuelos reúne 26 textos que siguen la línea de dos tópicos esenciales: la enfermedad y un lei motiv de toda su obra, la crítica social. Su obra entraña la fragilidad de la existencia humana y se aproximan al sufrimiento propio del escritor. «La vida es un dolor que no te sirve si no lo pones a funcionar», afirma, para luego comenzar la lectura de su poema «En el secadero de almas». Las palabras esta tarde, como en la imagen de su lírica «gotean, gotean, gotean».