Al encuentro con la prensa acreditada a la 33 Feria Internacional del Libro de La Habana llegó Tomasa González Pérez, vestida verde, porque es color de armonía y naturaleza, de equilibrio y crecimiento.
La escritora y poeta, directora del Centro Cultural Dulce María Loynaz, ubicado en la barriada capitalina del Vedado, presentó hoy el libro Ewé Layé: fuentes de vida, una investigación científica y religiosa sobre las plantas medicinales.
Esa sabiduría religiosa sobre el reino vegetal en los cultos afrocubanos constituye la génesis del texto que llega en esta Feria a su cuarta reedición, ahora a cargo de Letras Cubanas. Lo esotérico y lo científico se conjugan en el volumen, a partir de una simbiosis bien estructurada: la identidad de las deidades, su relación con las plantas y el uso de estas en la farmacología popular.
Pero Tomasa, más allá de escribir, destaca por sus cualidades de promotora cultural, y desde la casona donde vivió hasta su partida la Premio Cervantes de Literatura, se multiplica para amplificar la programación literaria del país, peñas, recitales, y presentaciones.
En la casa de la Loynaz se reúnen cada año los jurados de los Premios Nacionales, del Nicolas Guillén, el Alejo Carpentier, el Julio Cortázar, de la Crítica, y desde allí se anuncian esos, los galardones literarios más importantes del país.
Además de atesorar el patrimonio tangible en piezas que pertenecieron a la autora de Jardín, el inmueble deviene centro coordinador para los programas de lecturas, y para la divulgación de información actualizada relacionada con las escritores y escritoras en la nación caribeña.
Tomasa, agradecida por las intensas jornadas de la Feria, en las que también coordina las presentaciones de libros en las diferentes salas, enfatiza en el alcance de las Bibliocasas, proyecto abarcador, que se extiende en los más recónditos sitios del país.
Aún en las condiciones difíciles del contexto actual del país, existe un esfuerzo institucional para promover la lectura, el libro, que tiene que llegar a todos los rincones, enfatiza González Pérez.
Hay lugares en las que no existen librerías, pero cuentan entonces con bibliotecas desde las viviendas, los pobladores conocen de autores cubanos y foráneos, y es una buena manera de promover la literatura, y es el tipo de proyectos que será siempre bienvenido, asegura.
Tomasa, vestida de un verde tranquilizador, de la vida y la renovación, desanda los pabellones de la fortaleza San Carlos de la Cabaña asegurándose de que todo marche bien, porque ella, innata promotora de la cultura, sabe muy bien que la Feria apenas comienza.