La literatura infantil llega por trigésimo tercera ocasión a las librerías y puestos de venta de la fiesta del saber en Santiago de Cuba en todos los formatos posibles, para atrapar a los más pequeños de casa en el rico universo de la imaginación.
En las primeras horas de las cálidas mañanas de esta ciudad, educadores acompañan a decenas de pioneros a adentrarse en un universo paralelo, donde las páginas de las obras son el puente hacia la creatividad y la exploración.
Libros que cuentan historias, transmiten valores y despiertan sueños adquieren vida, moviéndose al compás trovadoresco y tropical de la Tierra Caliente, y llamando a los jóvenes lectores, quienes disfrutan de la música y la danza presentes en cada espacio, mientras se acercan a los kioscos a descubrir nuevos tesoros.
Textos de escritores locales como Uña de gato, Los mundos de Liz, Para que canten las palabras, Paquelé y Garrancho: la película, corren de boca en boca por el área ferial, e incentivan a buscar nuevas aventuras entre sus líneas.
En las calles del centro histórico citadino, el entusiasmo se apodera de niñas como Carolina Suárez, pues aún no aprende a leer pero confía en el buen gusto de su madre Tailín Vila para escoger y narrar los mejores cuentos.
Nada escapa a la curiosidad de la pequeña Caro, asegura Vila, por eso resulta un alivio encontrar literatura que aborde tradiciones, fábulas, sucesos reales y fantásticos, incluso acceder a minilibros con adivinanzas y trabalenguas.
Vestida con coloridas letras, la Feria del Libro en Santiago de Cuba más que un evento cultural, deviene regalo a niños, niñas y adolescentes, quienes encuentran en la literatura alas y raíces para volar y crecer.