«La lectura y los libros son mis grandes pasiones»
Entrevista a Araceli García-Carranza

No creo que, en la lengua cervantina, haya una frase que refleje con mayor precisión y exactitud la carismática personalidad de la Dra. Araceli García-Carranza Bassetti, jefa de investigaciones y redactora de la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, a quien está dedicada la Feria Internacional del Libro Cuba 2023.

Desde hace más de seis décadas, Araceli —recién graduada de la carrera de Filosofía y Letras por la Universidad de La Habana— se ha entregado en cuerpo, mente y espíritu al desarrollo de la bibliotecología y la investigación bibliográfica, no solo en la mayor isla de las Antillas, sino también en Iberoamérica. La Dra. García-Carranza Bassetti ha sido honrada con las Órdenes Félix Varela de I Grado y Carlos Juan Finlay, otorgadas por el Consejo de Estado de la República de Cuba, el Premio Nacional de Bibliotecología Emilio Setién, la Medalla Aniversario 80 de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), la Distinción Félix Elmuza, que confiere la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), y el Premio Nacional de Investigación Cultural, que concede el Instituto Juan Marinello, entre otros reconocimientos nacionales y foráneos.

Por otra parte, mi interlocutora es miembro ilustre de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y de la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ASCUBI), entre otras sociedades científico-culturales cubanas y extranjeras.

¿Qué significa para usted ser —junto con el escritor Julio Travieso— una de las personalidades de la cultura insular a quienes se les ha dedicado la Feria Internacional del Libro Cuba 2023?   

Para mí, significa un privilegio trabajar aprendiendo y sirviendo, porque aunque he tenido disímiles responsabilidades, y casi siempre he desarrollado trabajo interno, no he perdido de vista el servicio. He sido útil al servir, porque servir es el bastón de mi vida, y ser útil al ayudar a otros ha sido para mí una verdadera realización personal. Déjeme aclararle que entiendo por «realización personal» todo aquello que se hace con infinito amor, porque —como diría el poeta y cantautor Silvio Rodríguez— «solo el amor engendra la maravilla». Si por trabajar y servir he recibido ese gran honor ¡lo agradezco en todo lo que vale!

En fecha reciente, le fue otorgada la Orden Félix Varela de I Grado, que otorga el Consejo de Estado de la República de Cuba, ¿qué relevancia adquiere ese merecido reconocimiento en su fecunda trayectoria profesional y personal?

La Orden Félix Varela de I Grado me la han otorgado por la obra de toda la vida, y la he recibido con humildad, ya que me inspira mucho respeto y el hecho de poseerla me exige mayores esfuerzos de los que he hecho hasta ahora.

De las muchas anécdotas, vivencias y experiencias acumuladas durante más de sesenta años en el seno de esa catedral de la cultura cubana y universal, ¿podría relatar alguna de ellas que le haya dejado una huella indeleble en la memoria poética?

Bueno, ser jefa del Departamento Colección Cubana en la década del 70, y estar rodeada de grandes figuras de la cultura cubana que integraban el colectivo de ese departamento y otras que llenaban nuestra sala fue una inolvidable lección de alta cultura.

Unos años después, fui jefa del Departamento de Bibliografía, desde donde serví a estudiantes, investigadores, profesores y lectores de Cuba y del mundo, siempre en beneficio de la cultura caribeña.

Hoy por hoy, me desempeño como jefa de investigaciones y sigo aprendiendo para servir. Sigo, hasta hoy, tratando de ser útil.

Pero, quisiera ahondar en experiencias acumuladas y es que me inicié analizando revistas del siglo XIX, aunque después indicé algunas del siglo XX.

Y a partir de 1969, me cautivó la bibliografía cuando pude compilar la de don Fernando Ortiz, luego la de Alejo Carpentier, Ramiro Guerra (pedagogo e historiador), Emilio Roig de Leuchsenring, José Lezama Lima, Roberto Fernández Retamar, Eusebio Leal Spengler —que usted tuvo la amabilidad de reseñar para el Portal CubaLiteraria—, Cintio Vitier Bolaños […]; y desde ese lejano 1969, compilo la bibliografía martiana, que publiqué, primero en el Anuario Martiano, y desde 1976, en el Anuario del Centro de Estudios Martianos; en este último durante 45 años hasta la actualidad. Algunas de esas bibliografías de carácter histórico y literario me llevaron a la redacción de ensayos bibliográfico-críticos, que he podido publicar, y así ha transcurrido mi vida entre repertorios bibliográficos, servicios y jefaturas.

En su fructífero tránsito por la BNJM, ¿qué significación tiene para usted la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí?

Nuestra Revista… es una enciclopedia de la cultura cubana. Ha tenido directores muy prestigiosos: don Domingo Figarola Caneda, Lilia Castro de Morales, María Teresa Freyre de Andrade, Renée Méndez Capote, Cintio Vitier Bolaños, Juan Pérez de la Riva, Julio Le Riverend Brussone, Eliades Acosta Matos, Eduardo Torres Cuevas, y ahora, Rafael Acosta de Arriba.

Todos ellos han hecho de nuestra Revista… una antología por la selección de sus colaboradores y de sus contenidos; precisamente, Acosta de Arriba y yo acabamos de publicar una retadora y difícil antología: el primer tomo ya vio la luz, y tenemos el tomo 2 en proceso de edición. Esos dos tomos demuestran la mina inagotable de conocimientos que ha publicado nuestra Revista…, desde que la fundara nuestro primer director, don Domingo Figarola Caneda, en 1909.

De acuerdo con su autorizada opinión, ¿qué características personográficas deben poseer los jóvenes que muestran interés hacia el estudio de la Bibliotecología y la Información Científico-Técnica?

Los jóvenes («pinos nuevos», al decir del genio martiano) no deben perder de vista valores tales como disciplina férrea en el trabajo diario y respeto al conocimiento, porque nunca lo sabemos todo, siempre es preciso un mayor esfuerzo, es indispensable tener interés por nuestra cultura y por lo más representativo de la cultura universal.

Y en cuanto a características personográficas: tener buenos modales, ser pacientes y muy generosos al ofrecer lo que sabemos; además, saber buscar lo que no sabemos en los repertorios adecuados. Nunca decir «no sé», es preciso indagar y agotar todas las posibilidades […].

¿Algo que desee agregar para que no se le quede nada en el tintero?

Bueno sí, creo que escogí la profesión más bella del mundo, ya que la lectura y los libros son mis grandes pasiones. En mi caso, ha sido un verdadero privilegio ser bibliotecaria, y vuelvo a la palabra «privilegio» con la cual comencé esta entrevista.

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