El escritor de ciencia ficción impartió una conferencia sobre la presencia de ese género en la literatura cubana, en la 33 Feria Internacional del Libro de La Habana
Las telarañas, los murciélagos y las momias de la espeluznante decoración en la sala Dora Alonso, de la Feria Internacional del Libro de La Habana 2025, acogieron la conferencia sobre distopías, impartida por el escritor cubano Erik Jorge Mota.
Erik Mota es un autor de literatura de ciencia ficción y es Licenciado en Física por La Universidad de La Habana. Además, es profesor invitado del Centro de Formación Literaria ‘Onelio Jorge Cardoso’ y actual director de la Editorial Gente Nueva. A su conferencia asistieron curiosos lectores y otros escritores del género.
“Las distopías contemporáneas están observando el mundo con el ojo del sociólogo, del antropólogo. Están observando los verdaderos problemas que tenemos y prestando más atención” dijo Mota al referirse a las obras.
El autor habanero leyó fragmentos de algunos textos distópicos cubanos y uno del inglés George Orwell: la novela 1984. A partir de estos ejemplos estableció comparaciones entre el tono utilizado en los relatos. “La ironía es el indicador común de la distopía contemporánea cubana, a la cual yo, cariñosamente, le llamo tropical”, comentó el también profesor.
Fueron importantes sus acotaciones acerca de las diferencias que existen entre las historias distópicas y las utopías. Para él, las distopías son un llamado de atención, esencialmente de crítica social, son una forma de enfrentar los problemas actuales.
“En Cuba tenemos un movimiento histórico de ciencia ficción, de más de 60 años. Contamos con el Centro ‘Onelio Jorge Cardoso’, con concursos y talleres literarios que potencian la competitividad y garantizan el talento de las historias”, añadió el escritor.
En cuanto a las distopías cubanas más recientes, Erik Mota explicó que uno de los puntos a favor que tienen es el aislamiento de los mercados internacionales. “Esa desconexión hace al artista escribir lo que siente y no lo que la gente quiere. Por tanto, la mayoría de los autores proyectan sus incomodidades y su ojo social hacia obras de arte. Son historias auténticas, porque no están en función del mercado”.