A investigar, recopilar y sistematizar la información y la teoría acerca de la Escuela Cubana de Ballet para defenderla frente a la galopante globalización, llamó el académico especializado en temas de danza, Pedro Simón, en el panel Legado y desafío de la escuela cubana de ballet, insertado en el programa de la Editorial Tablas-Arcos, en la edición 33 de la Feria Internacional del Libro de La Habana.
El panel acompañó la presentación de los libros La Aventura Cubana de Ana Pavlova, de Francisco Rey Alfonso, conducida por Yuris Nórido, Pedro Simón y Yaremis Dueñas, y El milagro de la escuela cubana de ballet (en proceso), de Dani Hernández, a cargo de Marilyn Garbey.
Según consideró Pedro Simón, hay una deuda muy grande con ese tema por parte de los teóricos de la cultura en Cuba y “mucho por hacer respecto a la escuela cubana, no solo referente a lo que ocurre en el salón, sino desde el punto de vista teórico y conceptual. Hay que estudiar mucho y aportar mucho en la teoría, porque es un tema que lo merece”.
El investigador reflexionó acerca de elementos que distinguen esa escuela: “no es solo la forma en la que se realizan determinados pasos, se trata de un gusto, de una proyección, de cómo se asimila la música, de cómo se asimila el movimiento y de cómo, a través de este, se da nuestro gusto nacional, nuestra idiosincrasia”.
A su juicio, “debe recopilarse todo lo que sobre la escuela cubana dijeron sus fundadores, hoy bastante disperso: intervenciones completas de Fernando Alonso, grabadas, pero no asequibles para un estudioso y reflexiones de Alicia Alonso que tampoco están a la mano. Es necesario compilarlo, publicarlo y estudiarlo”, opinó.
Simón consideró imprescindible que, junto a otras materias, los bailarines concluyan sus estudios con esos conocimientos, pero para ello tiene que haber más claridad sobre la esencia y los principios básicos de lo que significa la escuela cubana de ballet, tanto en sus elementos teóricos como técnicos”, alertó.
Simón recordó que tan temprano como en el año 1943, el escritor José Lezama Lima, cuando aún no se hablaba de la escuela cubana de ballet, escribió una crónica sobre Alicia Alonso, en la que planteó que su arte mostraba una esencia cubana, que tal vez algún día podría llegar a ser escuela y convertirse en algo general. En el intercambio se mencionó también que en la década de los 40 del pasado siglo, críticas publicadas por la revista Carteles, hacían alusión a la cubanidad de Alicia, expresada en su forma de bailar.
Según destacó la periodista Martha Sánchez, aunque Cuba fue descubierta por los europeos en el siglo XV, solo es a mediados del siglo XX que llega, con poderosa fuerza, la identidad nacional a una manifestación como el ballet. “Hasta el siglo XX nosotros no logramos algo que pudiéramos identificar como propio. El movimiento que generaron los Alonso y todas las personas que junto a ellos, también pusieron su granito de arena, no fue algo pequeñito. Su justa dimensión se hace evidente cuando un pueblo entero los reconoce, cuando en una loma encuentras a un campesino y ese campesino sabe que Alicia Alonso era una gran bailarina, aunque no haya ido nunca a un teatro a verla bailar en vivo, cuando uno llega a cualquier rincón de este país y las personas reconocen a los bailarines y las bailarinas como a profesionales de prestigio”.