Hay un espacio en las Ferias del Libro de Las Tunas que se vuelve punto de encuentro y partida para los autores y sus públicos, un sitio mágico en un patio de verdes asientos que se precia de gozar de un parsimonioso silencio en medio de la bulliciosa vorágine citadina; un escenario ideal para la literatura, en el que germinan todas las «Flores del alma».
Con sede en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), el ya tradicional espacio lleva el nombre del primer libro impreso en este territorio, Flores del alma, de la autoría de Manuel Agustín Nápoles Fajardo, en 1860.
Allí se dan cita la poesía y la música en las voces de sus protagonistas, y en cada edición de la feria, es como si el rocío de la primavera literaria esparciera su fina llovizna de creación, y se abrieran todos los pétalos y se afianzara más la raíz, bajo el legado de Sanlope, seudónimo que utilizaba Nápoles Fajardo a partir del anagrama de su nombre.
Este capítulo 33 de la Feria del Libro no fue la excepción: por el acogedor patio de la Uneac desfilaron poetas locales e invitados, desfiló la trova, la música instrumental y hasta las voces angelicales de un coro, brotaron las memorias de encuentros anteriores y entre presentaciones de libros y recitales poéticos, se hizo la magia del encuentro entre el autor y el lector.
Caja de herramientas, de Yadián Carbonell; Al alimón, de Antonio Gutiérrez y Antonio Borrego; Las súbitas crecidas, de Armando López Carralero; Amagos diurnos, de Randoll Machado; Los hemisferios contrarios, de Carlos Esquivel Guerra y Alexander Aguilar; Poemas sin ciudad, de Elizabeth Casanova; y Con un rey ausente, de Marina Lourdes Jacobo, fueron algunos de los títulos que encontraron terreno seguro para abonar los retoños de estas «Flores del alma».
Tras los homenajes a Maritza Batista Batista y Ernesto Carralero Bosch, escritores a quien va dirigida la edición tunera de la feria; rendir tributo a la poesía y a Virgilio López Lemus y honrar a Sudáfrica como país invitado de honor durante las jornadas del evento, se conoció la premiación del Concurso Provincial de Sonetos Antonio Borrego como cierre de lujo al jardín donde florecen todos los sentimientos.
La joven escritora Dayislenis Velázquez Zamora se alzó con el premio por la obra Fábulas de nadie, un galardón que al decir de su autora representa el regreso de sus alas para escribir, pues con solo tres años dentro de la literatura, siente que le debe a las líneas de Antonio Borrego la inspiración y la fuerza para volver a confiar en su estrella, la escritura.
Una rosa roja sella la aparición de cada poeta o músico que se presenta en este escenario, como una ofrenda sencilla pero inmensamente grande a quienes parecieran eternos jardineros del amor, y cultivaran en cada página la promesa de seguir honrando la memoria de Sanlope y en cada nueva primavera literaria, seguir cultivando sus eternas «Flores del alma».
«Flores del alma», la promesa de seguir cultivando la literatura en Las Tunas
22 marzo, 2025
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Danielle Laurencio Gómez (ACN)
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