La 33 Feria del Libro en Guantánamo, celebrada del 20 al 23 de marzo, se convirtió en un verdadero festejo cultural, que atrajo a un público diverso, consolidándose como el acontecimiento más significativo del movimiento editorial cubano.
Desde el primer día fue la atmósfera contagiosa, familias enteras paseaban entre los stands, donde la variedad de libros, desde clásicos hasta novedades, ponía al alcance de los gustos e intereses más diversos, oportunidades para agregar nuevos títulos a bibliotecas personales y familiares.
El programa del evento incluyó presentaciones de libros, paneles, homenajes, conferencias y lecturas, que fueron complementados con actividades artísticas como presentaciones musicales y danzarias, lo cual permitió que escritores, editores, bibliotecarios, artistas y poetas locales fueran protagonistas de intensas y meritorias jornadas de diálogo directo con el pueblo.
La feria fue bien acogida por el público guantanamero durante las cuatro jornadas en que se extendió, contó con un programa teórico y de presentaciones de libros coherente con los fines y dedicatorias del evento, trascendió los límites del recinto ferial, llegó a instituciones educativas, centros penitenciarios, hospitales, comunidades vulnerables y universidades.
Entre las principales actividades destacó el homenaje a la reconocida escritora, poetisa y editora Mireya Piñeiro, exponente de la literatura en la provincia; así como también a Francisca López Civeira, Premio Nacional de Historia (2008) y Ciencias Sociales (2022), y a Virgilio López Lemus, poeta, ensayista y crítico literario, quienes fueron invitados a la cita literaria y los agasajados nacionalmente.
En torno a Sudáfrica, país invitado, y se realizó un panel sobre la historia, literatura y religión, enfocado siempre desde la multiculturalidad de la nación austral.
Los más pequeños pudieron explorar el mundo de la lectura a través de juegos y narraciones en el Pabellón Infantil Tesoro de Papel, de la Ludoteca Ismaelillo, donde se presentaron títulos como El Cochero Azul, Las Aventuras de Tom Sawyer, y El Principito, además de las actuaciones de la compañía circense Carpandilla.
Sin embargo, la poca oferta de libros para niños fue notable, así lo expresaron los padres, los títulos de literatura infantil se agotaron rápidamente, y muchos pequeños se quedaron sin la oportunidad de descubrir nuevos mundos a través de la lectura; fue opinión en mayoría que haya más opciones para este público en ferias venideras, si bien se entiende la compleja situación económica del país.
La música también desempeñó un papel fundamental en la feria, en la cual grupos locales acompañaron el evento con melodías tradicionales, y crearon un ambiente festivo que invitaba a quedarse un poco más y disfrutar no solo de los libros.
Los jóvenes se hicieron notar durante el evento, fue común verlos en busca de obras que les permitieran escapar de la rutina diaria o que fueran útiles para la escuela, como Bertillón 166, de José Soler Puig, y El reino de este mundo, de Alejo Carpentier, ambos títulos incluidos en la colección «Biblioteca del Pueblo».
Es importante reconocer la labor del Centro Provincial del Libro y la Literatura, que, sorteando las carencias materiales y los limitados recursos disponibles para satisfacer la demanda de ejemplares para la población, logró realizar esta fiesta de las letras, un evento muy esperado por las familias cubanas y el público guantanamero.
La Feria del Libro en Guantánamo no solo fue una oportunidad para adquirir textos, sino también un encuentro con la cultura, un espacio para el diálogo y el intercambio de ideas.