Escribir es como perder la virginidad
15 febrero, 2025 por
Lorena Massip
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“La fantasía es algo cotidiano en nuestro país” aseguró Yoss, escritor de ciencia ficción en el conversatorio que desarrolló junto a la también narradora Malena Salazar, en la Sala Dora Alonso durante esta 33 Feria Internacional del Libro de La Habana.

Yoss, que se autoadjudica el título de presentador de plantilla de Malena Salazar confiesa que hace más de 10 años escuchó decir que, un escritor de fantasía no es escritor hasta que crea una saga de al menos 1000 páginas. “En Cuba somos pocos los autores que nos hemos dedicado a hacer sagas. Los cantares de Sinim, de Malena Salazar es un díptico, especie de novela larga que se dividió por motivos editoriales: la restricción que imponía un máximo de 383 cuartillas para imprenta, es lo más pequeño que se podría hacer en materia de saga. En lugares aparentemente tópicos hay ideas muy poco tópicas. Muchos cuestionan qué sentido tiene escribir una saga en Cuba, donde pasan años hasta que pueda salir un libro. Las sagas en literaturas no miméticas dan sensación de continuidad, es cierto que no hay sistema editorial que permita publicar cada año o cada vez que decida el autor, pero la recompensa son las generaciones de lectores que lo leen, padres e hijos que aún esperan que la tercera parte de una historia sea publicada”.

Sobre la composición, las  particularidades y hechos sobresalientes de la obra de Malena explicó Yoss: “Es una historia con todos los ingredientes de fantasía heroica, magos, un dragón, un malvado, un monje que parece bueno pero es malo, una reina perversa, una princesa. Todo esto se mezcla en una originalidad no exenta de humor, algún día será un referente”.

“Hay quienes piensan que para escribir fantasía habría que vivir en otros entornos, el grito del bocadito de helado no genera fantasía, pero los que vivimos más lejos de la fantasía convencional somos los que más singularidad aportamos a las historias”, agregó.

Malena Salazar reseñó La Ciudad de sal, de Yoss, alegando que compartir mesa con aquellos que le enseñaron de literatura, como el novelista, es un honor: “En La Ciudad de sal comenzamos con un mercenario que está huyendo, una huida que podría parecer absolutamente loca, por aquello que deja atrás. El mercenario ansía llegar a la Ciudad de sal donde gobierna un brujo. ¿Cómo son los brujos malvados en la literatura? Siempre llevan tonos oscuros, son tenebrosos, pero este es un brujo blanco, albino, y gobierna sobre la ciudad mítica en la que cada cierto tiempo se celebra un torneo para seleccionar a los mejores luchadores del continente. La primera intención del mercenario es ganar el torneo para volverse intocable, unirse a la guardia del mago de la Ciudad de sal y que la justicia no lo alcance. En el camino encuentra otro mago bueno, negro como la noche. Una figura oscura en medio de un desierto que cobra muchas vidas. Pero resulta que este mago es contrario al mago blanco y desenmascara las ilusiones del mercenario: el mago de la Ciudad de sal puede parecer benévolo pero no lo es. Aquí inicia la contaminación,  por decirlo así, del mercenario con el mago bueno y ambos aprenden el oficio del otro”.

Salazar además ahondó en facetas diversas del tema de derechos de autores, contratos depredadores y regalías, afirmando que en Cuba los contratos resultan muy atípicos. “Todo debe consultarse al autor. En un contrato todo es negociable, siempre y cuando no contravenga la ley. El derecho de autor es inherente al autor pues es hereditario, es patrimonio”.

Yoss intervino y aclaró: “Hacerse rico escribiendo libros no es imposible, pero si van a empezar en este mundo pensando en ello, mejor dedíquense al reguetón, no es arte pero da más dinero. Aunque quisiéramos vivir de la literatura hay que admitir que con un libro publicado en Cuba no te da para vivir”.

Ante la cuestión de su proceso creativo Malena Salazar explicó: “No uso escaletas como otros escritores, si lo planifico no funciona, es como una chispa. Crear es como tener una mesa inmensa, infinita, llena de un rompecabezas gigante y en mi mente voy encajando una pieza con la otra y podría pasarme una semana en mi mundo interior, en silencio dentro de mí misma, armando la historia. Cuando tengo un mínimo del inicio empiezo a escribir, no sé nada más sobre lo que pasará. No anoto la historia completa”.

Al respecto Yoss añadió: “Alguien, una vez, supongo que un ingeniero hidráulico, dijo que existen escritores manantial que escriben como sale y escritores molino que lo van machacando. Creo que todos somos mitad y mitad. Se es escritor 24 horas, 7 días a la semana. A veces uno parte de una idea, o una masa crítica. Los escritores usamos nuestra profesión como coartada para investigar o leer sobre cualquier cosa. Pero el proceso creativo tiene que ser una gran fiesta. No escribimos por el dinero, la fama, los autógrafos, los juguitos de naranja… Lo hacemos porque no podemos evitarlo, porque nos revienta por dentro. Ser visitante en el mundo artístico de otros es maravilloso, pero ser anfitrión, descubres luego que es aun más fantástico”.

Publicar un libro por primera vez es muy parecido a perder la virginidad. Sufres un poco, estás muerto de miedo, te cuestionas cómo vas a publicar una obra propia en la misma editorial de otros grandes, pero lo presentas y cuando piensan que lo van a machacar te dicen, bueno… es publicable. Los editores no son tus enemigos, generalmente saben mejor que tú dónde va la coma. El trabajo del escritor es un trabajo continuo, nunca terminas de aprender”.

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