El ribete humano de la poesía
9 junio, 2025 por
Antonio López Sánchez
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 Durante la 33 Feria Internacional del Libro de La Habana, y dentro de esa buena noticia que significó la publicación de la Biblioteca del Pueblo, resalta un aspecto importante. Dentro de las temáticas, géneros y estilos que abarca este proyecto resulta grato constatar que la poesía ocupa un lugar muy importante. Tanto en autores foráneos como nacionales, la muestra escogida es de gran calidad y seguro despertará la avidez de los lectores. Además, según palabras de los funcionarios responsables, este esfuerzo tiene la intención de perpetuar la publicación de tales clásicos de manera sistemática, en formato digital y físico, este último, en tanto la situación del país lo permita. De modo que esos autores y sus obras serán presencia habitual y deberán estar al alcance, tanto de los nuevos públicos, como de los seguidores veteranos.
   Aunque es imposible abarcar todos los autores y obras que se editan en poesía (así amplia es la selección, agradable noticia), sí queremos hacer al menos un paneo por lo más destacado y al menos dejar una mención de los otros. Comenzando por los visitantes extranjeros, reaparecen varios nombres que el buen degustador de poesía debe conocer. Selecciones de textos de Fernando Pessoa, Gabriela Mistral y Walt Whitman, están a disposición del público en formato físico y digital.
   Del poeta portugués, el hombre de los muchos heterónimos, el que también escribió en inglés, el ocultista, se editó Cinco Pessoas. Es una ocasión de lujo para leer a uno de los más importantes escritores, no ya de la lengua portuguesa sino de todo el siglo XX. Esta edición al cuidado de Virgilio López Lemus ofrece, al decir de su compilador, un Pessoa capital. En la presentación, López Lemus destacó que este volumen ha sido traducido con esmero, para ser asimilado con facilidad por el lector cubano. Así que muestra un creador infinito en su diverso estilos y formas, señaló.
   Regresa Walt Whitman. Hablamos de ese «anciano de setenta años; a quien los críticos profundos, que siempre son los menos, le asignan puesto extraordinario en la literatura de su país y de su época. Sólo los libros sagrados de la antigüedad ofrecen una doctrina comparable, por su profético lenguaje y robusta poesía, en la que en grandiosos y sacerdotales apotegmas emite, a manera de bocanadas de luz», como escribió José Martí. Hojas de hierba, grandioso poemario del patriarca neoyorquino, se publicó nuevamente para beneplácito de la buena poesía y de los lectores de ley.
   De Gabriela Mistral, la premio Nobel chilena, el «Chimborazo… cubierto de nieve», esa que «no era sensible a la lisonja, pero era un genio», tal dejó asentado Dulce María Loynaz, también se publican versos. Materia alucinada de poemas, es el título con que se ofrece una voz lírica imprescindible, tanto de las letras americanas como de las universales.
   En predios de intramuros hay también magníficas publicaciones. Se revisaron y publicaron nuevamente la poesía completa de José Martí, y de Nicolás, ambas lecturas infaltables. Se imprimió una nueva edición de la obra poética del «segundo José importante de la literatura cubana» (como dicen que decía José Lezama Lima de sí mismo). La poesía completa de Lezama es una noticia estupenda. Con páginas de una voz poderosa, a veces insondable pero siempre altisonante y firme, el regreso de esta obra redondea los esfuerzos de años recientes (donde se han reeditado Paradiso, Oppiano Licario, y otras obras de prosa y ensayo de Lezama) por hacer justicia al imprescindible legado de tan sólido creador.
   Otros nombres que ven la luz en nuevas ediciones son Gertrudis Gómez de Avellaneda, José María Heredia y José Ángel Buesa. La Avellaneda, sin dudas, es una de las más relevantes voces de las letras criollas. Heredia, atesora buenos adjetivos y nunca sobra leer al cantor del Niágara y oír su acento cubano y sensible poética. Buesa, tal vez el uno de los más criticados, y a veces ninguneado, de los poetas cubanos, fue, como recordara Carilda Oliver Labra, un autor respetado por sus colegas y querido por su público. El tiempo, ese juez insobornable, no ha borrado sus obras con olvidos y cada edición agotada ha demostrado que todavía Buesa es seguido y leído por el pueblo cubano.
   Otros nombres, también con importantes improntas poéticas, se incluyen en esta colección. Nuevas ediciones de obras de Ángel Escobar, Eliseo Diego, y también libros de poemas de Fayad Jamís, Julián del Casal, Dulce María Loynaz y Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí), arman por ahora un variopinto y sólido espectro. Un feliz banquete para los degustadores de la poesía cubana.
   Es obvio que el parnaso poético cubano tiene otros autores, que por ahora no están representados, pero la muestra ya hecha es de fino labrado y hondura. Bienvenida sea entonces la poesía, esa «más necesaria a los pueblos que la industria misma»; esa que «da el deseo y la fuerza de la vida», como escribiera el Apóstol. La poesía «que congrega y disgrega, que fortifica o angustia, que da o quita a los hombres el aliento» se yergue alcanzable ahora desde los libros, como nutritivo ribete humano que da más vida y valor a esa biblioteca pensada y hecha para nuestro pueblo.

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