Tiene Matanzas una fortaleza indiscutible en sus editoriales, afirmó con certeza franca José Manuel Espino, escritor que se propuso disfrutar el capítulo local de la Feria del Libro de manera especial; en la fiesta de las letras concluida hoy, recibió el agasajo de los colegas, los amigos, y los lectores que se acercan a su obra.
Matanzas es considerada una de las editoriales más importantes del país; Ediciones Aldabón tiene una mirada de mayor libertad, de mayor espontaneidad porque pertenece a los jóvenes y da ese impulso que uno siempre agradece, y cuando hablamos de Ediciones Vigía se trata de un clásico, es exactamente esa mirada al libro desde el arte comprometido en el todo; y yo creo que eso es un gran grupo que nadie más tiene, argumentó.
El también presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en la provincia de Matanzas no quiere pecar de falsa modestia, le alegra que le dedicaran la feria en el territorio en coincidencia con Teatro de Las Estaciones, y por ello agradece el momento: «Uno ha trabajado duro y es bueno ver que los demás lo aprecian», expresó.
Este domingo no faltaron los exploradores de las opciones literarias disponibles en el paseo de Narváez, en el último día de un evento que siempre es masivo, encontró la familia un pretexto muy válido para caminar muy cerca del San Juan, río inspirador de numerosos poetas y cantores.
El Pabellón Infantil Tesoro de Papel, en la Oficina del Conservador de la Ciudad, mantuvo la energía que distingue a ese especial espacio que propició hoy la presentación de Mi abuela es un primor, título de la escritora Mildre Hernández que recurre con desenfado y humor a valorar la convivencia con las personas de la tercera de edad.
Este domingo la escena del Sauto acogió un espectáculo de la compañía infantil Abrakadabra, con participación especial de Gabi&Sofi; en el emblemático escenario donde se le dio la bienvenida, clausuraron también a la 32 Feria Internacional del Libro en Matanzas.
La alegría en la despedida honró una verdad expresada en la casa de Vigía por Rubén Darío Salazar, Premio Nacional de Teatro y director de Las Estaciones: «Cuando uno preserva la infancia, está preservando una cantidad de futuro enorme, pero no puede hacerse encerrados, en cajas, tiene que hacerse en el teatro, donde uno abre la cortina y está el mensaje, las voces, la sonrisa, los colores».